martes, 13 de octubre de 2009

A propósito de "Una tempestad..."

Hoy he decidido correr un riesgo. Diré aquellas cosas que un duque no dice jamás. Me haré vulnerable.

No sé si me estoy volviendo viejo o que simplemente tengo que decir lo que nunca he aceptado. Ya os lo he dicho. Los caballeros a veces tienen que mostrar sus heridas.

Soy el Duque de Camelot. Lo digo sin vanidad ni pretensiones de grandeza. Soy amigo del rey, tengo más riquezas de las que puedo contar, he luchando con valentía en numerosas batallas y el pueblo me aprecia. Y aún así esto no me basta. No me bastan ni la riqueza, ni los honores, ni siquiera la virtud para conseguir lo que tanto deseo. Hay una batalla que jamás podré ganar, un territorio que nunca podré conquistar, una realidad que no puedo aceptar.

No entiendo por qué de las cosas más importantes no se puede hablar, es como si fuera demasiado doloroso, como si esas cosas encerrasen mundos demasiado desconocidos que tienen que permanecer en tal estado. Hay una barrera entre las almas que no se puede franquear, aquel lugar al que no puedo llegar. Es esa experiencia de la soledad que nada tiene que ver con estar o no acompañado.

Decía un viejo amigo, hablando de un forastero: “podría darle limosna a su cuerpo, mas el cuerpo no le dolía: era su alma la que padecía, y a su alma no alcanzaba yo a llegar”. Nadie ha expresado mejor esa limitación que tanto me pesa, que tanto me duele. Quisiera poseer la única llave que jamás me será dada, aquella que me permita –sin violencia y con paso fino, delicadamente, sin que se note– conocer a las otras personas, saber lo que necesitan, lo que les preocupa, cargar con sus penas. No espero que lo entendáis. Ya dije que correría ese riesgo.
"Una tempestad bajo un cráneo" terminaba diciendo: "Pero entremos". Esa entrada sólo es posible para mí desde la literatura.. La puerta está cerrada. No tengo la llave.

No quiero concluir con amargura. No es mi estilo, a pesar de los pesares. Ya os conté que Camelot es lugar de esperanza, y en cualquier caso hay quienes saben ver lo que nadie ve. Hay personas que saben leer en las almas, que ven el sufrimiento que puede haber detrás de una sonrisa y la honradez en una mirada. Hay quienes notan un mal día en un gesto –en apariencia desapercibido– de un amigo. Y creo que justo allí es donde nace la contemplación.

¡Esos hombres…! Da igual. En cualquier caso no soy uno de ellos. Es lo que a veces he llamado la experiencia del límite: una batalla para la que no tengo con qué luchar. En el fondo de esa experiencia sé bien lo que hay, una sed de más que hic et nunc no se puede saciar.

Que la Providencia os acompañe,
EL DUQUE DE CAMELOT.

4 comentarios:

  1. Leo al Duque de Camelot, y me quedo sin palabras, con ganas de visitar Camelot y llenar la corte de esperanza, de ser un buen caballero.

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  2. sabes que pienso??que si, que es una batalla dificil de ganar pero que tienes muchas posibilidades, no te rindas y sobre todo tienes muchas cualidades que si las explotas yegaras al objetivo, al menos unas veces mas que otras...sigue escribiendo..jejeje

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  3. Advertencia: Las publicaciones del Duque de Camelot a él han de atribuírsele. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

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  4. Tal vez exista un Reino donde las almas coincidan. Un algo que nos conecte. Yo diría un reino de corazones, donde cada microuniverso puede resonar con otro... tal vez. Gracias por checar mi blogg. Lo poco que he leído del tuyo me agrada. Rick

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