domingo, 25 de marzo de 2012

25 de marzo

Da vértigo pensar en todas estas cosas un día como hoy. Es como si de repente me encontrase en un tiempo suprahistórico, ajena a toda la realidad, viendo el pasado, el presente y el futuro en un único instante de pensamiento divino. Como si hoy, de repente, todo —cualquier imposible— fuese realmente posible. Un día, aunque sólo sean cábalas, de redención. Y encima, hemos comenzado el verano. Pedid y se os dará.

“El punto de partida para la fijación de la fecha del nacimiento de Cristo lo constituye, sorprendentemente, la fecha del 25 de marzo. Por lo que sé, la mención más antigua al respecto se encuentra en la obra del escritor eclesiástico africano, Tertuliano (c.150-c.207) el cual presupone, evidentemente, como tradición, que Cristo sufrió la muerte en la cruz el 25 de marzo. En la Galia se mantuvo esta misma fecha todavía en el siglo VI como fecha inamovible para la Pascua.

En un escrito del año 243, también de procedencia africana, sobre el cómputo de la fecha de la Pascua, encontramos en relación con la interpretación del 25 de marzo como día de la creación del mundo, un cómputo muy peculiar del día del nacimiento de Cristo. Según el relato de la creación, el sol fue creado el cuarto día, es decir, el 28 de marzo, por consiguiente, este día habría de ser considerado como el día del nacimiento de Cristo, el día que ha visto surgir el verdadero sol de la historia. Esta idea llega hasta el siglo IV, con la variante de que el día de la Pasión y el de la Concepción de Cristo se consideraban idénticos, por este motivo el 25 de marzo se celebraba el anuncio del ángel y la concepción del Señor por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María.” (Ratzinger, J., “El Espíritu de la Liturgia”, Ediciones Cristiandad, Madrid, p.129-130).


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